La noche siguiente, el sultán decidió contarle a su gente un simpático cuento que le había contado una vez una tía lejana, acerca de una muchacha muy especial que se dedicaba a pintar. Y esa historia dice así...
SARA Y EL RATON
Un día Sara caminaba muy tranquila y
pensativa por el mercado para comprar los materiales para su sala de arte.
Llevaba muchas bolsas con materiales para hacer sus próximas obras.
De pronto, un hombre misterioso pasó muy
rápido a su lado y le robó una de las bolsas que ella llevaba, con tan mala
suerte que ahí justo estaba un pincel mágico que había conseguido (y que no
necesitaba pintura, ya que pintaba solo con el color que la chica quisiera).
-Auxilio!, auxilio!, comenzó a gritar Sara. -
Me roban!, me roban! Que alguien me ayude, por favor!.
En ese momento, un ratoncito muy asustado por
los pisotones del ladrón salió de su cueva y vio al chico corriendo. Pues
resultó que este ladrón le tenía tanto miedo a los ratones, que sólo al verlo,
tiró la bolsa y escapó. El pequeño
ratoncito agarró la bolsa, y se la dio a Sara.
Sara, ya con su pincel mágico, continuó
pintando hermosas y maravillosas obras. Y así fue como Sara y este ratoncito se hicieron
amigos por siempre.
FIN
Por: Isabella
Con un relajado y sonriente semblante, por haber disfrutado otro hermoso cuento, y estar listos -ahora sí- para dormir, todos los vecinos se dieron el saludo de las "buenas noches", y enfilaron cada uno hacia su hogar.