Jalim seguía un poco preocupado, dado que si bien en la primer noche de cuentacuentos le había ido bien, eso debería repetirlo cada noche, para que fuese efectivo. Llegaba el anochecer y se empezaban a escuchar el llanto de los más chiquitos, ya fastidiosos porque necesitaban un descanso. Jalim congregó nuevamente a la gente en la plaza, y comenzó así su nuevo cuento:
Amor sincero
Había una vez una
hermosa muchacha llamada Sara que vivía en Egipto. Cierto día que Sara iba
paseando por el zoco vio a Yamil, un muchacho muy conocido en el pueblo por
ser un gran malabarista. Yamil flechó el corazón de Sara al instante. La
muchacha ni bien lo vio, se enamoró perdidamente de él, y lo mismo le pasó al
joven con ella.
Pasaron unos días y el joven no pudo contener su emoción, y corrió a buscar a Sara para preguntarle
si quería ser su novia. Ella respondió que sí, pero que el problema era que
su papá no la dejaba tener novio. El muchacho le respondió que eso no le importaba a
él, ya que estaba dispuesto a luchar por su amor.
Así fue que el joven
malabarista se dispuso a ir a hablar con el padre de su amada, para pedirle la
mano. Pero al terminar de hablar, el padre siguió diciendo que no, que no
permitiría a su hija ponerse de novia con él.
Al día siguiente Yamil encontró una vasija de metal tirada al costado de un camino, la limpió para
poder ver su reflejo, y en seguida salió de adentro un genio. Ese efrit no era
justamente un efrit de los buenos, sin embargo le hizo esta propuesta a Yamil:
-Te daré sólo un deseo, pero para poder concedértelo me tienes que hacer luego un favor. El joven aceptó, y el deseo que pidió fue poder estar con su enamorada.
-Te daré sólo un deseo, pero para poder concedértelo me tienes que hacer luego un favor. El joven aceptó, y el deseo que pidió fue poder estar con su enamorada.
Tiempo después, ya
cuando Yamil y Sara estaban juntos, apareció el genio y le dijo al chico:
-Ahora te toca a tí hacerme el favor que me debes. Y el muchacho respondió:
-¿Cuál es el favor que quieres que te haga? Lo que el genio pidió era que el mismo Yamil matara al papá de Sara.
El muchacho, al escuchar ese terrible pedido, respondió con un: “¡No!, ¡No pienso hacerlo”. Pero el efrit le explicó que si se negaba, entonces él mismo con sus poderes mataría a su novia. Ante esta situación, Yamil aceptó matar al padre de la chica.
-Ahora te toca a tí hacerme el favor que me debes. Y el muchacho respondió:
-¿Cuál es el favor que quieres que te haga? Lo que el genio pidió era que el mismo Yamil matara al papá de Sara.
El muchacho, al escuchar ese terrible pedido, respondió con un: “¡No!, ¡No pienso hacerlo”. Pero el efrit le explicó que si se negaba, entonces él mismo con sus poderes mataría a su novia. Ante esta situación, Yamil aceptó matar al padre de la chica.
Pero el joven fue astuto y
le tendió una trampa al efrit. Fue a hablar con el padre de Sara y le contó
todo. El papá de la chica le dijo, entonces:
-Eres una buena persona, después de todo. Entonces te dejaré estar con mi hija. Al ocurrir esto, Yamil se puso muy feliz, ya que recordó algo que le había revelado una vez un mago muy poderoso: que si uno lograba conseguir lo que quería sin ningún hechizo ni pedido a un genio, cualquier hechizo que haya estado antes se rompe y ese genio se va para siempre. Fue así que finalmente Yamil y Sara fueron felices.
-Eres una buena persona, después de todo. Entonces te dejaré estar con mi hija. Al ocurrir esto, Yamil se puso muy feliz, ya que recordó algo que le había revelado una vez un mago muy poderoso: que si uno lograba conseguir lo que quería sin ningún hechizo ni pedido a un genio, cualquier hechizo que haya estado antes se rompe y ese genio se va para siempre. Fue así que finalmente Yamil y Sara fueron felices.
Por Xiomara
Con este nuevo cuento, jóvenes y viejos, suspiraron pensando en el amor, y bostezaron también al sentir que sus cuerpos por fortuna se preparaban para el merecido descanso de todas las noches, ahora facilitado por el gran Jalim, que cumplía una vez más con su cometido de contar cuentos.