martes, 30 de mayo de 2017

Un cuento que preocupó a la gente...

   Jalim fue la tercer noche a la plaza del pueblo a contar otro cuento, ya mucho más relajado y confiado en su capacidad de conseguir brindarle las buenas noches y los felices sueños a su pueblo. Y este fue el cuento que les contó:


HEBRAHIM SALVA A EL PUEBLO 

En un pueblo muy lejano donde la tranquilidad era su fortuna, vivían buenas personas hasta que un día llegó a revolucionar la tranquilidad, Emir. 
El era un mercader delgado, alto, con ojos claros, y siempre vestía hermosos trajes. Pues su trabajo era vender joyas de muy alta calidad. 
Pasado un tiempo desde su llegada comenzaron a ocurrir cosas extrañas en el pueblo, como por ejemplo, que desaparecía el oro de varias casas. 
Cierta noche, un hombre llamado Hebrahim encontró a Emir, el mercader, hablando con el hechicero Shariar, al que todo el pueblo le temía. Shariar era un hombre muy malo, que incluso hasta podría llegar a matar al líder de ese pueblo si así se lo proponía. 
 Hebrahim empezó a sospechar de la amistad que habían entablado el mercader y el hechicero, algo le olía mal en eso. Fue por eso que Hebrahim convocó a una reunión con el pueblo, para poder hablarles de este asunto. 
Todo el pueblo se asombró mucho al escuchar a Hebrahim cuando dijo
-No saben, hace unos instantes acabo de ver a Emir con un hechicero.  Pero nadie le creyó semejante cosa, pues nadie jamás se hacía amigo de Shariar, por su terrible maldad. Y el nuevo vecino, Emir, aunque era recién llegado, tenía a la gente del pueblo encantada con su forma de vestir y de mostrarse.   
Fue así que desde ese entonces el pueblo no confió más en Hebraim, por considerarlo mentiroso. Pues todos estaban convencidos de que les había querido hacer creer algo que no era verdad. 
 A la noche siguiente... 
 Habraim llevó a parte de la gente del pueblo a donde estaban hablando Emir con Shariar. Entraron justo cuando Emir le estaba diciendo a Shariar que quería más de esa pócima para hacerse invisible y  robar el oro. 
La gente, al ver al mercader Emir hablar con el hechicero, se quedó asombrada. Todo el mundo confiaba en el mercader porque él era de otro pueblo, se mostraba muy amable y todo, pero lo que el pueblo no sabía era que lo habían expulsado de su pueblo porque él robaba. 
 Desde entonces Hebrahim pasó a ser el más querido del pueblo porque los había salvado de perder a todos el oro. 

FIN

Por Priscila y Nic



   Al terminar el cuento, Jalim  percibió la cara de preocupación de la gente. De pronto todos empezaban a mirarse unos a otros con desconfianza, y a estar atentos a sus bolsas con el dinero. Ni bien vio esas actitudes, el sultán le aclaró a su gente: "Vayan tranquilos...se trata sólo de un cuento. Por fortuna no hay tales maldades en nuestro pueblo". Esas palabras ayudaron a que la gente se desconcentrara con tranquilidad, y se dirigieran a sus casas, para poder dormir felizmente, una noche más.

Un cuento con alfombras mágicas

   La gente del pueblo, ya de a poco se iba a costumbrando a que el sultán Jalim los sorprendiera cada noche con un hermoso cuento. Y muchos ya empezaban a dejar notas en el palacio pidiendo cuentos con motivos de su preferencia. Muchos habían pedido cuentos en los que aparecieran alfombras mágicas. Por lo tanto, Jalim los sorprendió esta noche con uno de los relatos más pedidos, que empieza así:


El ladrón de la alfombra
  

Había una vez, en un pueblo muy lejano, dos niños que se habían hecho muy amigos, y estaban siempre juntos.  Uno llama a Cherezade y el otro Simbap y los dos chicos tenían alfombras mágicas que habían heredado de sus abuelos, dos famosos magos.
 En aquél pueblo también vivía un señor al que todos llamaban La Sombra, porque siempre caminaba detrás de alguien. Este señor se quería robar las dos alfombras mágicas, y empezó a perseguir a los chicos, hasta que finalmente se pudo robar una de ellas. 
Como aún les había quedado una alfombra  Cherezade y Simbap  lo siguieron volando. Pero no podían alcanzarlo y le empezaron a lanzar frutas hasta que una de ellas le pego en la cabeza y el ladrón se cayó de la alfombra. Así los dos chicos aprovecharon para agarrarla.
Cuando llegaron al piso  La Sombra les explico  por qué les había robado la alfombra y los chicos lo comprendieron.   La Sombra se disculpó y les devolvió la alfombra voladora.   Los chicos finalmente decidieron regalarle una alfombra mágica porque La Sombra la quería desde chiquito y su madre no había podido conseguírsela.  Así, todos fueron felices. 
Los chicos estaban contentos porque a la noche en el palacio lanzaron fuegos artificiales y pudieron  verlos en sus alfombras mágicas mientras flotaban en el aire.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               FIN



Por Nicolás Reiner y Thiago






   El cuento terminó y las caras abriendo las bocas de las que salían bostezos empezaban a verse por doquier. La gente  del pueblo se fue sonriendo y restregándose los ojos, cada uno para su casa a dormir plácida y profundamente hasta el siguiente día.