La gente del pueblo, ya de a poco se iba a costumbrando a que el sultán Jalim los sorprendiera cada noche con un hermoso cuento. Y muchos ya empezaban a dejar notas en el palacio pidiendo cuentos con motivos de su preferencia. Muchos habían pedido cuentos en los que aparecieran alfombras mágicas. Por lo tanto, Jalim los sorprendió esta noche con uno de los relatos más pedidos, que empieza así:
El
ladrón de la alfombra
Había una vez, en un pueblo muy
lejano, dos niños que se habían hecho muy amigos, y estaban siempre juntos. Uno llama a Cherezade y el otro Simbap y los
dos chicos tenían alfombras mágicas que habían heredado de sus abuelos, dos
famosos magos.
En aquél pueblo también vivía un
señor al que todos llamaban La Sombra, porque siempre caminaba detrás de
alguien. Este señor se quería robar las dos alfombras mágicas, y empezó a
perseguir a los chicos, hasta que finalmente se pudo robar una de ellas.
Como aún les había quedado una
alfombra Cherezade y Simbap lo siguieron volando. Pero no podían
alcanzarlo y le empezaron a lanzar frutas hasta que una de ellas le pego en la
cabeza y el ladrón se cayó de la alfombra. Así los dos chicos aprovecharon para
agarrarla.
Cuando llegaron al piso La Sombra les explico por qué les había robado la alfombra y los
chicos lo comprendieron. La Sombra se
disculpó y les devolvió la alfombra voladora.
Los chicos finalmente decidieron regalarle una alfombra mágica porque La
Sombra la quería desde chiquito y su madre no había podido conseguírsela. Así, todos fueron felices.
Los chicos estaban contentos porque
a la noche en el palacio lanzaron fuegos artificiales y pudieron verlos en sus alfombras mágicas mientras
flotaban en el aire.
FIN
Por Nicolás
Reiner y Thiago
El cuento terminó y las caras abriendo las bocas de las que salían bostezos empezaban a verse por doquier. La gente del pueblo se fue sonriendo y restregándose los ojos, cada uno para su casa a dormir plácida y profundamente hasta el siguiente día.
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