jueves, 1 de junio de 2017

El sultán debuta como cuentacuentos

   Jalim, el sultán, no quería saber nada con contar cuentos. El estaba convencido de que no era buen narrador, era muy pero muy tímido, pero lo que tenía a favor era que tenía una espectacular imaginación. Eso beneficiaba mucho a su gente, ya que siempre estaba dispuesto a pensar en todas las alternativas posibles para solucionar los problemas, y su imaginación y creatividad lo ayudaban mucho para eso. La cuestión es que tenía que ponerse a contar cuentos para que los miles de habitantes de su pueblo pudiesen descansar. Ya hacía dos noches que no dormían, y todos andaban con unas ojeras terribles. El visir, muy preocupado, se acercó a Jamil y le dijo: "vamos esta noche a la plaza Jalim, estoy seguro de que sus cuentos serán la solución para este momento. Y así lo hizo Jalim, se presentó en la plaza y comenzó a contar esta hermosa historia:

Sebam y el bosque misterioso


   Había una vez un leñador llamado Sebam que vivía en un pueblo muy hermoso, rodeado de bosques. El tenía la asombrosa habilidad de trepar árboles con mucha facilidad. Este leñador se levantó un día como cualquier otro, dispuesto a trabajar y cortar mucha leña, pero decidió ir a un bosque diferente a los que iba siempre, donde le habían dicho que había árboles con muy buena madera. Así fue que entró a este bosque, pero ni bien entró le pareció que era un bosque muy diferente a los demás bosques, aunque no se daba cuenta bien por qué. Sin embargo, trabajó duro en él como siempre hacía, hasta que se hizo de noche. 
    Cuando cayó la noche Sebam se dio cuenta de que no encontraba la salida y se había perdido en aquél bosque tan raro. Desesperado corrió y corrió sin poder hallar la salida. En determinado momento encontró una pequeña cabaña. Se quedó ahí, por lo alrededores de esa cabaña, esperando que apareciera el dueño de casa para pedirle ayuda. Pero mientras esperaba escuchó el aullido de algo que le parecía un lobo. Sintió que ese sonido se acercaba más y más hasta que finalmente logró ver a un enorme lobo blanco, mirándolo con los colmillos afilados. 
    Sin dudarlo, dio un salto y entró a la cabaña por una de las ventanas. Allí agarró agua, comida y leña, fue al piso de arriba y saltó por la ventana. Pero ni bien sus pies tocaron la tierra toda una manada de lobos comenzó a perseguirlo. Seban salió corriendo y siguió así hasta que se le ocurrió una idea: aprovechó que en ese bosque tan extraño nevaba, entonces tiró un chorro del agua que él llevaba y ese agua se congeló y los lobos que venían atrás comenzaron a resbalarse en el hielo y se cayeron. 
   Fue así que Sebam por fin perdió de vista a los lobos, y casi sin darse cuenta, encontró la salida. Ya más tranquilo, Sebam descansó, tomó agua, comió, se refrescó la cara y durmió confiado. A la mañana siguiente, se dirigió nuevamente al pueblo y contó lo sucedido. Entre la gente que se agrupó en la plaza central del pueblo para escuchar su relato estaba Hannah, la chica de sus sueños. A pesar de que Seban estaba perdidamente enamorado de ella, Hannah nunca se había fijado en él porque Sebam era muy tímido y no se animaba a hablarle. Así fue que a partir de este suceso se conocieron, se pusieron de novios y finalmente se casaron y vivieron felices para siempre.


Por Iván del Grosso


     Luego de este cuento, todos estaban bostezando tan profundamente, que fueron llegando a los tumbos hasta sus casas, se metieron en sus camas, y conciliaron un hermoso y reparador sueño, como hacía días no lograban conseguir.

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