Había una vez un sultán que vivía en la antigua Persia, cuyo pueblo había sido maldecido con un terrible conjuro: ningún habitante podría conciliar el sueño, antes de reunirse por las noches en la plaza y escuchar un original e ingenioso relato inventado por el sultán.
Así fue como este monarca se veía en la necesidad de inventar cada noche un original y maravilloso cuento para que su pueblo pudiese finalmente descansar.
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